Autor: Diego Albores Villalpando 

¿Por qué ignoramos las advertencias sobre el cambio climático hasta que sus efectos son irreversibles? Si los científicos advirtieron sobre el cambio climático desde hace décadas, ¿por qué no se tomaron más medidas a tiempo?  

¿Cómo la desinformación y la inacción han agravado la crisis ambiental? 

Nuestro mundo ha estado sufriendo una serie de cambios sin precedentes en las últimas décadas, como las olas de calor cada vez más intensas que han sofocado comunidades de todo el mundo, los incendios forestales que han arrasado decenas de miles de hectáreas en un abrir y cerrar de ojos o los huracanes que han trastornado los cimientos de comunidades enteras y han dejado heridas que aún no se han curado. Todas estas son consecuencias devastadoras del cambio climático, pero ¿podrían haberse evitado? ¿Había forma de que se hubieran podido mitigar sus graves consecuencias? 

Desde la década de los 70, los científicos del mundo han descubierto advertencias ambientales respaldadas por evidencia científica documentada. Estas advertencias han pasado casi desapercibidas en su totalidad, perdidas en revistas de todo el mundo. Existe evidencia de que los científicos emitieron advertencias tempranas sobre problemas ambientales importantes, a menudo décadas antes de que se tomaran medidas.  

Primeramente, ¿qué son las advertencias ambientales? Las advertencias ambientales son signos de cambios en el medio ambiente que indican que algo está mal. La causa principal de estas alertas es el factor humano, la actividad humana. La contaminación del aire, el agua y el suelo, la deforestación, los incendios forestales, la pesca excesiva y el cambio climático son solo algunos de los factores que se representan en las alertas ambientales. 

En 1971 se produjo la primera prueba directa de que una empresa estaba consciente de la ciencia del clima. La revista de la empresa de petróleo Total, Total Information, publicó un artículo titulado “Contaminación atmosférica y clima” (Durand-Dastès, 1971). En el artículo se afirmaba: 

“Desde el siglo XIX, los seres humanos queman cantidades cada vez mayores de combustibles fósiles, lo que se traduce en la liberación de enormes cantidades de dióxido de carbono […] La cantidad total de dióxido de carbono presente en la atmósfera ha aumentado considerablemente […] El aumento ha sido de alrededor del 15% en los últimos 150 años, lo que no es despreciable. Y […] si el consumo de carbón y petróleo sigue el mismo ritmo en los próximos años, la concentración de dióxido de carbono alcanzará las 400 partes por millón hacia 2010 […]”. 

Sin duda alguna podría verse como un parteaguas en la concientización, pero la verdad es que, a pesar de que la revista era el órgano de comunicación interna y externa de la empresa, leída por directivos, empleados y socios comerciales y estaba disponible para el público en la Biblioteca Nacional de Francia, realmente tuvo poco impacto en la sociedad general. No se realizaron cambios en las políticas de las empresas petroleras como era esperado y el número editorial cayó olvidado en los archivos de la empresa en Courbevoie, Francia.  

En esta perspectiva descubrimos que los historiadores ambientales han demostrado que la preocupación por el medio ambiente no es algo nuevo y que las advertencias sobre el daño al planeta existen desde antes de que en las últimas décadas del siglo XX y comienzos del XXI se hablara tanto de sostenibilidad. En este sentido, el Antropoceno puede verse como una historia en la que las personas eligieron ignorar ciertos problemas y justificaron sus acciones, lo que permitió que actividades humanas y estrategias de negocio siguieran afectando cada vez más al planeta. En los estudios de ciencia y tecnología, se ha analizado cómo la ignorancia no es simplemente la falta de conocimiento, sino algo que puede ser creado de manera intencional por ciertos grupos sociales, un proceso conocido como “agnogénesis” (Proctor, 2008), es decir, la creación deliberada de ignorancia, desinformación o falta de conocimiento. 

En el ámbito del cambio climático, el término «agnotología» se ha utilizado para explicar cómo algunas industrias han desacreditado el consenso científico y han llevado a cabo campañas de presión política (Oreskes y Conway, 2010), para en su lugar difundir información incorrecta o crear ignorancia deliberadamente acerca de los efectos dañinos al medio ambiente. También se ha empleado para señalar estrategias de manipulación del discurso y la diferencia entre lo que las empresas saben internamente y lo que comunican al público, tal como pasó con la revista de Total Information en 1971. 

Un obstáculo significativo para la acción climática es la brecha de percepción. Un análisis de Our World in Data (H. Ritchie, 2024) muestra que el 69% de las personas en 125 países están dispuestas a donar el 1% de sus ingresos para enfrentar el cambio climático. Sin embargo, cuando se les preguntó cuántas personas en su país harían lo mismo, estimaron solo un 43%. Esta subestimación ocurre en todos los países y afecta la movilización social, ya que muchas personas creen erróneamente que están solas en su preocupación ambiental. Esta brecha de percepción es particularmente llamativa cuando se analizan las diferencias entre países. En Bangladesh, el 83% de la población se mostró dispuesta a donar, en comparación con solo el 48% en Reino Unido o EE.UU. Esto sugiere que la percepción del riesgo influye en la acción: las comunidades que ya enfrentan desastres climáticos están más dispuestas a actuar. 

Así mismo, esta brecha en la percepción afecta la falta de reacción ante problemas ambientales específicos. Un claro ejemplo es la deforestación, que es una de las principales advertencias ambientales ignoradas por décadas, con consecuencias irreversibles en la biodiversidad, el equilibrio climático y la calidad de vida de las poblaciones humanas. Tal como se menciona en el documental inglés The Charcoal People (2000), la tala de árboles para producir carbón, el cual es destinado exclusivamente a las fábricas de acero tanto en Brasil como en países industrializados como Estados Unidos, Japón y Europa, ha llegado a tal punto que en Brasil una superficie del tamaño de Francia, ha quedado completamente deforestada en los últimos años. La tala indiscriminada de bosques para la expansión agrícola, la urbanización y la explotación comercial ha provocado la pérdida de millones de hectáreas de selvas y bosques cada año en todo el mundo, no solo en Brasil. 

De acuerdo con un artículo de la revista Yale Climate Connections (Ponce, 2025) la deforestación tropical es responsable del 10 % de las emisiones globales de carbono, agravando el cambio climático y reduciendo la capacidad del planeta para absorber CO₂. Además, la desaparición de ecosistemas forestales ha llevado a la extinción de miles de especies y ha alterado los ciclos del agua, incrementando la desertificación y la vulnerabilidad ante fenómenos meteorológicos extremos. 

Ante estos desafíos, ¿cómo podemos contrarrestar la agnogénesis y la brecha de percepción? 

Uno de los primeros pasos a tomar es la divulgación científica accesible y masiva. Proyectos como Climate Feedback, donde científicos verifican información sobre cambio climático en los medios, o Skeptical Science, que desmiente mitos ambientales con datos verificables, han demostrado ser herramientas efectivas para combatir la desinformación a nivel global.